De joven a mujer: persistencia de prácticas culturales en los procesos de definición de la identidad y de la pertenencia en las jóvenes de origen extranjero

Abstract

La experiencia de la migración altera la linealidad de las relaciones intergeneracionales, tanto en el plano de los valores morales, como en aquello cultural, al ser un evento/experiencia de completo cambio de la realidad familiar (Scabini & Rossi, 2008) e del ambiente de vida (Yeoh, 2000). Las características y los tiempos de transformación dependen sobre todo, del tipo de relación entre la familia inmigrada y la sociedad que la acoge, del espacio social accesible para los inmigrados de segunda generación y del tiempo empleado por la estructura familiar en la reelaboración de los valores tradicionales de pertenencia. La relación entre las generaciones que se define, por muchos padres extranjeros, desde la imagen de una asimetría vertical, puede ponerse a dura prueba por una inquietante cercanía y simetría de roles entre adultos y menores. Sin contar con que en la misma pareja parental, los cónyuges pueden tener diferentes modalidades y voluntades de inserirse en la nueva sociedad (motivo a menudo desencadenante en violencia intrafamiliar), lo cual se reflejan en los hijos (Favaro, 2000). Para efecto de la tensión que se deriva de tales elecciones, los hijos se convierten en “reales extranjeros a los ojos de sus familiares y probablemente, de ellos mismos” (Gozzoli e Regalia 2005: 155). Las jóvenes nacidas en Italia, como aquellas que llegan posteriormente, se encuentran durante la adolescencia a experimentar la fatiga de crecer percibiéndose diferentes a sus padres e iguales a sus coetáneas italianas y a afrontar las tensiones inherentes a su doble pertenencia, por tal efecto, viven la auto exasperación, hasta la disfuncionalidad de las fricciones entre padres e hijos, normalmente fisiológicas y funcionales en una definición de la propia identidad adulta.